Aya son todas verdes. Era extraño, yo nunca extrañe a las negras como esa vez, porque aya, todas eran verdes. Y no digo con esto que fueran mas malas, pero si menos buenas; porque en el fondo todas tenian ese cuesco por corazon. Yo tan solo queria una negra, ya casi con desesperacion, pero solo habian verdes. De todas formas se desparraman todas, aleatoria pero sacramente, perdidas en el espacio, pero estrategicamente ubicadas; lejanas y coquetas... sin duda tentadoras. Yo queria aunque fuera una negra, con solo una me bastaba para opacar a estas paliduchas raquiticas, acidas y pesadas; pero curvilineas, como buenas argentinas. Pero no. Yo no iba a caer en su juego, yo siempre he sabido que no hay como mi negrita.
Pero me confiezo, fue debil. finalmente esas aceitunas pudieron mas; y las malditas y mal llamadas pizzas argentinas hizieron con mi paladar una fiesta de bienvenida; y con mis tripas una guerra sin cuartel.
Pero me confiezo, fue debil. finalmente esas aceitunas pudieron mas; y las malditas y mal llamadas pizzas argentinas hizieron con mi paladar una fiesta de bienvenida; y con mis tripas una guerra sin cuartel.